
"No quiero que desgranes tu pasado en mis manos,
porque sólo el presente ofrece carne viva.
Sería, recordar, sentir dolores de otros
doliendo en nuestras vidas.
Serenidad. Se siente el otoño en el alma
caer, con la tristeza de su razón cumplida.
A qué mirar adentro, a la espalda, pensar
en la luz que declina.
Quisiera preguntarte; pero yo me someto.
Contengo la pregunta con la mano en la herida.
No quiero que desgranes tu pasado, que tornes
a lo que no se olvida"
("Segundo amor", José Hierro)
Como un quiebro que da la vida en el
Pertinaz instante
Un telón de medias verdades
Que refrendó la coraza de la risa…
Arañazos de razones inhóspitas
Que vagan- entre lo nuestro y lo ajeno-
Como el frívolo lenguaje de misales inútiles…
Un mito soterrado en la palabra crucial
- quizás, quizás, quizás…-
de tu voz
-su halo diferente cruzó lúcido algún día
y, displicente, se apagó-
con su orquestada y grave melodía…
Ella- enredada siempre en rediles tristes
entre miradas que bogan en lo imposible,
viejas reuniones de arduas respuestas a sueños compartidos…
Si nunca… si ahora… rompiera mi promesa
Si la claridad que asciende
como el humo que pesa en mi memoria
volviese
Si Aún fuese enigma para ti
El ritmo que empobrece la música de lo sentido
Eternamente –ahora-
Rompiera su exquisito silencio
Por mi cuello cayeran arduas lágrimas
Varadas en- mis ojos -convexidades de terror de nada
