Qué ridícula fui… pasajera con un boleto acabado
a tu corazón, ese dique imposible de alcanzar
En el patio de mi deseo, deambula la ignorancia,
Tan vasta y sola
Ya mis manos, se gastaron en caricias fantasmas,
En tráfico de ausencias.
Y el mar cruza mi cuerpo, abisal…
Ay, qué dañinas sus lágrimas por mi espalda…
Ya quebré las hojas de tanto andar por ellas,
De tanto que quemé esta ruda soledad de olas
Mis ojos gravitan en su arácnido silencio
Absurdos de confín y nudos
Violento amar sin tránsito al olvido
Esperpento de sexo mudo y su extraño espejo.
Gasto de números, de días sin su hora ni su papel secreto.
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miércoles, 10 de noviembre de 2010
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