viernes, 22 de diciembre de 2006

Artículo "El arrebato de Elena..." publicado en el Ideal el 22-12-06

EL ARREBATO DE ELENA M. VIVALDI
CARMEN PÁRAMO
Reflejada por la palpable realidad,/ Abatida por la imagen barrida por el olvido/ Todo el amor hasta la repulsa/ y una elegancia a la que no responde el espejo…/ Ceñida a una soledad, un estigma,/ al trasluz de su mirada,/ en ese perfil de angustias que dibuja/ su abnegada fantasía…/

/Tantas búsquedas estériles que se alargaban,/ que no pudo ignorar en la lluvia refulgente,/ el rubor de las nubes aletargadas/ de la ciudad de rencores lejanos…/ Como una ola que ignora dónde romperá,/ con una transparencia que irradia emoción,/ vuelve a su breve desencuentro/ Como un cantábile en su suave melodía,/ y a esa mirada que se volvió hacia ella sin motivo…/
Surcando con coraje su auténtica soledad/ Entre la brillante noche de bramidos…/

CARMEN O. PÁRAMO





Realcanzar el amor. Ella libra una batalla desde aquel final triste, enmarcado bajo el cielo oscurecido de la ciudad, que a nada se asemejaba. A nada de lo que ella hubiera podido concebir desde la inocencia pretérita que la habría situado en el mundo. Abierta ignorancia del tiempo perdido que ella localiza en un muro abierto al paraíso.

Su voluntad está, ahora, detenida, no obstante el recuerdo. La memoria no hilvana esta evidencia del desvarío al que es conducida por un deseo que la maniata, la envuelve, la subyuga hasta el límite.

La desesperanza embravecida de las olas sonámbulas, una y otra vez, gira en el pensamiento. Y ella deja de existir, entonces. Abandonada a noticias que entretejen la realidad y la fantasía, ella permanece ausente en lo alto de la escollera del olvido.

¿Qué podría hacer al saber la verdad sobre ella misma? ¿Volver al pasado tras de aquella imagen que ya nunca le pertenecería? Exilio demasiado largo de sus manos enlazadas en un instante abocado a la muerte. Oh, la muerte horrible, más allá de la belleza de los funerales. Vieja canción de Ronsard en labios nacidos para ser besados. Los de ella, la mujer mitad verdad, mitad mentira, por tan extraño destino.

Pero ya no puede decirlo. Imposible traspasar el orgullo tenaz del silencio, esa hostilidad de su despecho, publicado a los cuatro vientos, y adornado de amarillos, otrora. No. En el pánico de esta noche altísima, experimenta la fiereza con la que su soledad ha ido cerrando los goznes de sus palabras. ¡Sus palabras! Heroína fue al declamar pasión tan encendida. ¿Dónde depositó la fe, sino en los acentos que darían forma al peligro supremo de querer amar- y ser amada, por tanto? Con simplicidad cómica, ella, baquiana diminuta del corazón, fardo de esperanza, en mano…Sí, sólo ella, habría tenido la osadía de derramar la propia sangre por las calles virtuosas de la ciudad provinciana…¿Acaso no fue vista, así, descarnada, belleza salvaje por fuera del aire enrarecido de las tardes, contra todo y todos? ¿No, aquella melancolía que fingía desengaños, mientras blandía la espada afilada de una venganza reclamada al mismísimo Dios? ¿No, la extrema pobreza de una mirada, única por tanta traición como habría sufrido el alma que la sustentaba? Sí, ella fue vista en la escena precisa del abandono. Precisamente triste. Fueron sus palabras las que la delataron, descorriendo el telón de los secretos. Secretos o locura, ella lo dijo.

Con las manos vacías y en los ojos ausencias, quiso decir lo que en lunas, tantas y tantas noches escondido, oculto estuvo entre tinieblas, nubes densas, desdibujadas.

Todo lo que en el espejo turbio de la lluvia está, sangrante, reflejado y que nadie entiende. Detritus de la aventura de amar como pieza restante del enredo en el que ella, Elena M. Vivaldi, ha devenido. ¿Locura? Pero tiene razón. Malhadada su suerte. Giró la
Rueda en contra de la audacia, tramada en cauces del amarillo.

Rota entre la cortina de agua, negada, allí donde el camino se acaba, como sombra de una innegable verdad- ésa de que sólo hay oscuras verdades de mentiras- queda la ilusión primera. La única inocencia, que es la de amar, cáscara o ánfora quebrada, embestida por un mar de angustia. Y la mirada, entonces, desbaratada, se reclina, cercana al corazón, como sobrehumana esperanza, aún.

¿Cómo puede presentir aurora en la desolada noche? ¿Por qué, obstinada, transida en anhelo de luz, espera de nuevo una nueva soledad? ¿Qué, sino soledad, es la misma claridad que adivina en el crepúsculo? ¿De dónde arriba esta melodía- luz mentida- que la inunda frente al cristal, frío de caricias, copia de su vida? ¿De dónde, sino de la propia vida, oasis de ilusión, fiel espejismo?

Ella, que ha subido los escalones de la muerte, espera, revivida, que otro deseo renazca. Que un sentimiento desnude la corteza de un olvido. Que del yermo callar y el desierto mane una fuente. Y así se muestra, serena sus lágrimas corriendo, oyendo caer las gotas lentas de eternidad en el alma. Sola, cromada luna tras el cristal, ella, rendida ante esa claridad inhóspita…Un exilio demasiado largo, palabras, que, sonámbulas, resonaban…tramas traslúcidas que sondaba…

Se da a ver. Ella, en el mundo inútil que no pudo revertir con su áspero sueño.

La dama de la tristeza de los noes, repitiendo con agonía epopeyas de fiebre, se mira y se deja ver.

¿Qué don es esta poesía que emana de su imagen? ¿Qué despierta en el otro? ¿Hastío? ¿Cansancio? Su pulso enamorado, ¿quién lo siente? ¿Por qué este sobrecogimiento del cuerpo no habría de fundir el hielo, recobrar el suavísimo rosa de aquella primavera en la que ella se habría sentido consumida de amor? ¿Qué cruel indiferencia, asimismo renacida, ahondaría la herida?... ¡Qué cruel indiferencia, si es que nada le importa al mundo!

Delicada, humilde tacto de ternura exquisita, su mano, desbaratando sombras de su frente. Perdiendo la vida, así, sin más. ¿Y nadie clamará- voz o grito? ¿Nadie desnudará la carne del tiempo tiempo? ¿Nadie le dirá que no es tarde? No. Nadie. Nadie acabará con el silencio, el dolor, la inquietud, el miedo, las sombras, la oscura noche.

Lo que el llanto de Elena M. Vivaldi no dice, nadie lo entiende.

Queda la querencia derruida. El amor sin nombre. La noche abre sus puertas hacia el mar del espejo.

Entonces, ella, soberbia de sangre y realidad, en la sinrazón de un abril enajenado, reverdecida, ¡Ay si fuera verdad!, traza la primera nostalgia con nueva palabra del corazón. Con la brida de su deseo, culmina un día radiante sin duelos ni esperanzas.

Ella busca la voz de plata, de agua y de seda, en el eco mudo del reflejo, idéntico a su ser. Voz que no es sino un silencio de ausencias. Voz de una creciente luna en un ancho mar sin orillas, en los pliegues herméticos de nubes últimas. Voz realcanzada de amor.

Perforando el silencio, ella se acerca a la voz que le habla y le responde…



1 comentario:

Ok ¿qué pasa? dijo...

HOLA.

Tenía rezagado un comentario a este texto genial que divido en dos partes para glosarlo... y subrayo el "divido"... porque es cosa mia esto de partir en dos... en realidad tiene la irrompible unión como la que existe entre madre e hija.

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....MANOS A LA OBRA
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Todo el amor hasta la repulsa/

Exacto... me ha acontecido así la repulsa delante de las espectativas malogradas. Bien.

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Y una elegancia a la que no responde el espejo…/

En esta frase me conmuevo porque sé que aquí hay un puente de unión entre lo que expresan tus palabras y la vida.


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Ceñida a una soledad, un estigma,/ al trasluz de su mirada,/ en ese perfil de angustias que dibuja/ su abnegada fantasía…/

Si ... y este blog lo siento también como un dibujo... me equivoco quizás... pero tu eres la creadora así que dime si es verdad.

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Como una ola que ignora dónde romperá,/
Dijeron los filósofos que somos una gota en la impetuosa ola de humanidad que avanza en la historia, pero lo dijeron para hacer ver q la gota de agua no tiene nada que hacer ante ese ímpetu.
Pero creo q tu imagen es otra... la persona es la ola entera, y lo que está fuera de control es la peña donde rompe.
Jiji... bueno un poco chafa mi comentario pero algo tenía que decir.

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Como un cantábile en su suave melodía,/
Aquí el contraste de cantábile y suave armonía me gustó... sonoro!!

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Surcando con coraje su auténtica soledad/
Con coraje!! esa eres tu misma!! Me encantas!!

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Entre la brillante noche de bramidos…/
De nuevo uno de tus contrastes favoritos... brillo y noche... qué genial!!
ME ENCANTA COMO ESCRIBES!!


Leonardo