lunes, 17 de marzo de 2008

La batalla que siempre ganas....





"La batalla que siempre ganas es en la que no estás."








Un verdadero samurai se ausenta de las luchas en la que va a perder energía, y aprovecha ese empuje para reforzarse a sí mismo. Si algo o alguien te da motivos para pelear, no olvides discernir muy bien entre los deseos de venganza y la razón de darte por aludido, decía Confucio que es tarea de la mente discernir necesidades y deseos, y quien pueda hacerlo será verdaderamente sabio. Antes yo solía dejarme llevar por el furor de la batalla, y entrar a demostrar mis fuerzas ante cualquier provocación. Ahora por fin entiendo que eso es un callejón sin salida, porque una vez que uno gana la razón, pierde el sentido... Sí, y da demasiado de su personalidad, pierde tiempo y sufre porque se desgasta.

Se puede ser más sutil y dejarse aparentemente "vencer". Entonces el enemigo, que puede ser el lado negativo de uno mismo, se debilita... y se queda desarmado porque no puede herir. Uno a veces es blanco fácil de seres de baja autoestima, que se empeñan en beligerar contigo, y atacar tus vulnerabilidades... Saben decir las palabras adecuadas (y predecir las tuyas), en el momento preciso, cuando menos lo esperas, y no llevas tu escudo antibalas. Pero tienes dos opciones, contraatacar o aprovechar el empuje para tirar de él. Esas mismas palabras se volverán contra él, en un instante insospechado, cuando vea su propia ingratitud devuelta en su discurso en forma invertida...


No han sido ni una de dos las ocasiones en que he visto la mirada extrañada de mis supuestos provocadores, porque de mí sólo obtuvieron un espejo de su propia bajeza y desagradecimiento. Su sorpresa es mayor al ver que has aprovechado esa energía ahorrada para crear un halo positivo a tu alrededor. La victoria moral es el alimento vital del alma. Así lo creo, porque siempre creí "sin ver", y ahora por fin veo, escucho y no sólo oigo. Doy gracias por todo lo que he recogido por la paciencia, por lo que puedo compartir ahora contigo, que eres guerrero como yo.


Sonríe a lo lejos, como un auténtico samurai, con la sangre seca en tu corazón y la mirada perdida, embalado, tu amor... No querré saber de dónde vienes, ni a cuantos guerreros has vencido, me bastará saber que has vuelto por mí... me emocionarás y te emocionaré, y nunca me cansaré de verte llegar acariciando las lágrimas que caen del cielo, y la suavidad del aire a tu paso.



PD . Véase el final de Gladiator..





















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