sábado, 19 de enero de 2008

Imagine

Cuesta saber en qué momento empieza a forjarse el carácter. Y más en una niña que juega entre tendederos de ropa, en una terracilla pobretona con vistas al ayer. En el barrio semimarginal donde se practica la subsistencia y se soportan entre sí las neuras de cada raza: gitanos, árabes, payos, turcos, alemanes. .

En un lugar donde se vende, se trafica con el amor, se drogan con una copia falsa, maricas, mendigos, hippies, pervertidos, yonquis y artistas progres deprimidos rezumando decadencia.

De esa forma, comienza a afilarse la mirada, la mirada infantil, aserrada por la violenta realidad. Por esa realidad prostituida. Una madrugada, gritos de mujer tras el tabique de su dormitorio, gritos de auxilio le harán atar los cabos por primera vez. El terror la paraliza: se tapa los oídos. Aún así sigue escuchando las voces de socorro y sus padres que se levantan para llamar a la policía. Los vecinos salen a intentar auxiliarla. Pero dentro - ella sabe - un hijo de perra le busca la muerte. Esta vez han llegado a tiempo. Pero volverán a deja que ocurra la tragedia. Para ella, esa noche fue la primera vez que le extirparon su inocencia. Y la primera que odió a conciencia, que tuvo rabia e impotencia en su ser.

Estuvo mucho rato en silencio, con los ojos revéntandole de lágrimas: soledad, miedo, injusticia, palabras que entraban en su raciocinio débil de niña-mujer. La opacidad de la pared con la que se estampaba la hizo madurar de repente. Precozmente. Empezó a creer en el castigo. En la pena máxima para quienes torturan inocentes y violan labios vírgenes. Para quienes secuestran ángeles y deforman rostros con ácido por capricho, por puta cobardía.

Después, todo fue distinto. El prisma por el que se filtra la luz de la verdad te hace ver las cosas de una manera menos caótica. Empiezas a cantar entre dientes, para olvidar lo que estás pensando. Empiezas a planear tus sueños anticipadamente, para evitar las pesadillas. Y empiezas a imaginar que no existe el Cielo... sin el infierno debajo nuestro. A imaginar que los demonios no llevan disfraz de persona. Que tú puedes hacerme creer que somos iguales. Que no hay misterios entre nosotros. Y que no es peligroso afirmar que existe el amor. Que la esperanza no es un campo minado para el niño. Imagina que no existen las frases, ni las palabras. Que sólo pudiéramos expresarnos con una sonrisa. Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Aún me emocionan estas mismas letras. Y no me cansa dormirme con el último pensamiento que extraje al día. Pensar qué estás pensando, cuando ya no sea nada. Cuando lo que imagines sea más rápido que lo que piensas, quizá estarás tocando el cielo con las manos..

(Bis) Puedes decir que soy un soñador,

pero no soy el único

Espero que algún día te unas a nosotros.


5 comentarios:

Maik dijo...

Quizá, de algun modo, hemos coincidido en nuestros post recientes. Imaginar. El escape de la realidad más auténtico. Y más cuando una vida está rodeada de miserias como la que describes de esa mujer.

Me quedo con esa frase: "Imaginar más rapido que un pensamiento, quizá cuando lo hagas, estarás tocando el cielo con las manos". Sin dudas una frase para una meta.

Un fuerte abrazo.

Clarice Baricco dijo...

Desgarra el texto pero aún encuentro esperanza.

Tequiero.

lala dijo...

aquello de que no sabemos cual es el espectro y cual es la realidad. me he quedado corta de palabras. pero amiga, a mi me gusta pensar q la realidad es esta en q palpo la vida, con todo y lo cruel del mundo, porque a fin de cuentas no tenemos otra mas que esta.

un abrazo.

Alunizado dijo...

Tremendo el texto,a mi me pillas ahora mismo sin mensaje de esperanza posible,mas la esperanza no sería tal sin ser caprichosa y,como tantas cosas,va a dias.Quizá tenga algo que ver que últimamente escribo mucho sobre las miserias del ser humano.Me dejas pensando,en cualquier caso.

"Empiezas a planear tus sueños anticipadamente, para evitar las pesadillas".Me encantó esta frase.

Un placer leerte,besos.

Eowin dijo...

Uma Tuman, Gataca me encata..