miércoles, 12 de diciembre de 2007

El espíritu del delfín



La otra mañana vísteis un delfín muerto...


Varado en la orilla, la niña que nadaba dormida lo encontró, y avisó a su madre... Tenía aún la sangre caliente, pero la piel muy fría anunciaba su ida repentina... adivinó su herida, y lo acarició despacio, entendiendo lo grandioso de su naturaleza... ella conocía muy bien su cuerpo, su alma libre a la deriva siempre en el mar... porque solía deslizarse ágil en el agua, imitando sus movimientos... pasaba las horas muertas zambulléndose debajo, y persiguiendo peces con las manos, y dejando que los pulpos se enroscasen a sus brazos... su hermana también la acompañaba a veces... juntas, hacían travesías en la pequeña cala, y acompasaban su nado al ritmo suave de la marejada... Por eso, cuando la niña soñadora descubrió el delfín, comprendió la tristeza... ya no podría bucear más ni bailar entre las olas... sus ojos oscuros apagaron en el centro su inquieta llama ... ella sí podría seguir nadando, pero el delfín no... sabía que los ojos del delfín no volverían a ver esa magia abisal que tanto conocía, más que nadie, él... admiró a esa criatura, en esos momentos podía respirar sólo paz... mientras tenía la mano encima de su suave piel, su madre le dijo algo para aliviar su dolor... el espíritu del delfín... te lo ha transpasado a ti...

Y la niña lo comprendió en ese instante. Ya no tuvo miedo, y por vez primera, creyó en lo que soñaba... en ser como ese delfín... y buscar ese hueco en el agua, esa estela que debía trazar para alcanzar su destino...


Luego, se lo relató a la contadora de cuentos y ella se sintió triste y feliz, porque la historia del delfín también la había soñado ella...


dedicado a mi hermana y a sus amigos los peces y nadadores

1 comentario:

Clarice Baricco dijo...

Precioso!!!

Me hiciste sentir que yo era esa niña.

Besos.

PD. Dejé en casa a un poeta que compartimos. Casi segura que eres la única en mi mundo que le gusta y lo conoce.