viernes, 30 de marzo de 2007

Ambiguo deseo


Te decía que a veces me sentía como flotando, entre renglones torcidos y sueños incipientes...
Cayendo desde la palabra al silencio, desde el silencio a la palabra. Distante a tu tímida apatía, a
tu mirada de perfil, a tu sonrisa expectante, insegura...
Te hablaba sin resignarme, en medio de una escena de imposibles, voluble y utópica de la
cadena de destinos cruzados...
Y tú, declinabas por la tarde, parecías cansado, opinabas que era más fácil vivir así, sin suerte, y
sin darnos nada a cambio. Que era más fácil borrar la memoria que asumirla de golpe, y yo
escuchaba tus tópicos sobre el amor y la música, descuidando mi atención poco a poco...
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Iba así, desviviendo cada instante con la pantalla de fondo de la decadencia, la ciudad estéril y los
largos paseos con las manos heladas... Desviviendo imágenes, rescoldos de la antigua creencia,a
galope entre la acritud y la tristeza, con esa forma tuya y mía de decir las cosas...
Para después, leerme y saber que no me refiero a ninguna cosa nuestra, que la historia no tiene
más verdad que una parte, y el resto es ningunear la fantasía... Que lo de ahora, de estar
viéndote frente a frente, puede ser parte del mito, o producto de tu deseo...
Para después, flotar otra vez en este ambiguo estado, sopesando si no será mejor que no vuelva
a verte, o tú vuelvas a verme, o si, por el contrario, serás tú el que me despierte de la lejanía...
En cualquier caso, nunca se sabe cómo despedirse, es una situación semejante a tantas otras,
incómoda la mires como la mires, encauzar ese sigilo de los gestos, del mordaz adiós entre
Nosotros...
Siempre ocurre lo mismo.

5 comentarios:

Clarice Baricco dijo...

Duele.
Me quedo pensando en esas despedidas o esas palabras.
Intensidad en cada letra.

Abrazos entre la lluvia.

teatro, danza, música... dijo...

Hola Carmen...

una vez más me encuentro a mi misma en cada palabra tuya...
y esque las despedidas son tan duras...y tan necesarias a veces.

Yo me despedí de alguien hace ya algunos meses...y en los primeros fue una despedída cada día. Aprendí que cuando decidimos no seguir viviendo sin suerte el adiós ha de ser definitivo y único.

La fortuna se resiste a la dependencia emocional. Por grandes que sean las cadenas que nos atan a la pata del amor no podemos guardar el candado más que el tiempo que dura esa palabra.

Es cierto que nunca se sabe como despedirse, lo importante es saber que debemos hacerlo..entonces esas caídas del silencio a la palabra y de la palabra al silencio se convierten en una subida nueva y llena de esperanza...

Nuevas cadenas que comienzan a soldarse...

Lol V.Stein dijo...

Siempre dolerá. Gracias por poner tus Pensamientos en mis letras, fuertemente cargadas de la fuerza que dan las propias Palabras, que podrían ser de cualquiera...

Abrazos entre la Lluvia

Lol V.Stein dijo...

Hola querida Marina


Despedidas día a día, en distintas circunstancias y con diferentes personas, pero siempre igual de amargas... Siempre que se escribe se hace por uno y por el otro, por eso creo que nuestras palabras son compartidas. Sin embargo, me alegro de que sea así!

Tu experiencia te habrá enseñado al igual que la mía, (y la que iremos forjando día a día), que, como dices, hay condiciones que hacen algunas Despedidas irreversibles, sin mirar atrás.

Yo también creo que las cadenas se deben arrastrar el menor tiempo posible, y después se sueltan cuando el Cansancio acaba con el Amor.

Nuevas pequeñas despedidas que abren un nuevo ciclo, nuevas cadenas forjadas con el hierro de nuestro corazón, con ilusión y mejores expectativas...

Besos

Nexcor dijo...

Un poco de Lol... experiencias, despedidas, cadenas en los cuerpos, sí, pero... ¿quién le pone cadenas al alma?